Un poema para mi misma

Comencé un viaje hacia el centro de mi misma hace un poco tiempo y una de las cosas que me he percatado, fue que nunca me he tratado con amor, me ha dolido saberlo. Aunque no es fácil, no puedo dejar este compromiso conmigo misma, sanar poco a poco tiene su precio, pero el auto conocimiento me resulta invaluable.

Es por esa razón que esta entrada quiero dedicarla a mi, sentir esa calidez que inunda el alma como un abrazo a mi misma, acostumbrarme a decirme cosas bonitas tiene que tener un primer paso y es este, un poema para mí misma.
Para mi, esto es nuevo y es algo que me está costando un poco de trabajo, acostumbrarse al amor a uno mismo resulta difícil de entender cuando nunca te lo inculcaron.

Cuando encontré este poema, lo sentí suave y delicado para un alma que transita por un viaje solitario a través de sí misma, y quiero compartir esa sensación con todo aquel que necesite estas palabras.
El autor es Kim McMillen y nos hace un recordatorio del porqué es necesario amarnos a nosotros mismos.

Cuando comencé a amarme a mi mismo

Cuando comencé a amarme a mi mismo, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.

Cuando comencé a amarme a mi mismo, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.

Cuando comencé a amarme a mi mismo, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.

Cuando comencé a amarme a mi mismo, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.

Cuando comencé a amarme a mi mismo, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacía uno mismo.

Cuando comencé a amarme a mi mismo, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé, que eso es… simplicidad.

Cuando comencé a amarme a mi mismo, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.

Cuando comencé a amarme a mi mismo, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.

Cuando empecé a amarme de verdad, reconocí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Hoy llamo a esta conexión sabiduría del corazón.

No es necesario tenerle miedo a las discusiones, o las confrontaciones o cualquier tipo de problemas con nosotros mismo o con otros. Incluso las estrellas chocan, y de esa colisión se crean nuevos mundos. Hoy sé que esto es la vida!

No es fácil, pero si muy satisfactorio, ahora que comienzo a entenderlo, me estoy dando a mi misma todos esos nutrientes emocionales que no recibí de crianza y algunas de las cicatrices mal curadas, están sanando.
Si así como yo, necesitas saber que es importante tratarse a uno mismo con todo el amor que podemos, quiero que sepas que eres muy valiente por recorrer un camino difícil y doloroso, pero que poco a poco dará pequeñas y deliciosas recompensas que el alma necesita.

Comparte conmigo que cosas te hacen pensar en ti mismo con cariño, una canción, un poema, un lugar; porque el amor se multiplica cuando se comparte.

Deja un comentario